viernes, 4 de septiembre de 2015

El miedo de Ramona

Los planes de ambos tenían rumbos opuestos.
Hasta ese momento era un desconocido como cualquier otro en esa plaza esa noche.  Pero por quien sabe que casualidad se habían puesto a hablar y él le comento al pasar que su próximo destino era un pueblo que justo ella tenía ganas de conocer hacia rato. Ridículamente se lo tomó como una casualidad, que suma de casualidades,  lo convirtió en una señal del destino,  y cambió su rumbo x el de él.
Ya en el camino había cierta tensión entre ellos, que en vez de separarlos,  generaba una unión amorosa,  como si existiera la complicidad de 2 amigos que llevan mucho tiempo gestando un amor subliminal. Él le agarraba la mano y la obligaba a abrazarlo, ella no se lo impedía.  Pero desde ese momento ya quería huir.
Llegaron a destino y la primera noche tuvieron sexo. Todo pasaba demasiado rápido. Y fue demasiado bueno. Dotado de ese algo más que las mujeres necesitan para que termine de gustarles, y que hacía mucho que no sentía.

Pero lo mas raro vino después.  El incómodo momento de dormir.
Hacia sólo unas horas eran sólo amigos, y a pesar de esa extraña conexión que habían logrado en tiempo récord, no eran mucho más que esos dos extraños que unos días atrás hablaban en la plaza.
El momento era más que incómodo, era inevitable. No había escapatoria. Estaban en un cuarto de hotel en un pueblo desconocido a tempranas horas de la noche.
En otras oportunidades tomaba la precaución de ser  ella la visitante, para poder escaparse en puntillas a la madrugada, tornando menos insoportable el vacío que le dejaban las relaciones vacías, con hombres vacíos a los que acudía para completar su indigente autoestima, evitando así la ridícula obligación de esperar que salga el sol al lado de alguien que le daba la espalda mientras intentaba en vano dormir mirando el techo de una habitación desconocida.
Le contó como por cortesía que no podía dormir acompañada.  Él le expuso su teoría de que era peligroso acostarse con otra persona por que cuando se duerme el cuerpo se vuelve más permeable y los sueños se pueden mezclar de tal manera que uno puede darse cuenta que quiere compartir el resto de su vida con esa persona y no separarse nunca más.
Por segunda vez ese mismo dia se prendió su alarma y quiso huir

Ramona viajaba para huir.  Viajar era para ella una escapatoria de la insoportable monotonía del universo y de todos los seres que la componían, incluyéndose. Y sobre todo en el pequeño espacio geográfico al que pertenecía y del que antes no veía salida alguna más que en sueños utópicos, demasiado grandes para ella, que expresaba al pasar en una conversación sin importancia, como todas las que formaban sus días. Escondía sus deseos en la banalidad de los comentarios de cerveza.  Se los escondía a ella misma.
Pero ahora viajaba. Increíblemente lo había logrado.
Y eso la ayudaba a sentirse un poco diferente de esa gente en la que se veía reflejada y que le causaba una profunda depresión.

A la mañana siguiente se despertó envuelta en sus brazos.  Volvía a sentirse protegida como hace años.  Habían estado en esa posición toda la noche,y había dormido plácidamente.  Muy despacio, para no despertarlo, se dio media vuelta y lo observó dormir.  Su cara quedó a centímetros de la de él y podía inhalar el calor de la respiración ajena. Increíblemente sintió ternura.  Se le pasó por la cabeza que intentarlo no estaría tan mal. Bajar su guardia de acero por unos días podría ser reconfortante.
Pero no se sentía cómoda.  Aún quería huir.
En la intimidad que generaba que Lucio todavía durmiera, Ramona intentaba descifrar esos sentimientos encontrados de su cabeza (la libertad que había conquistado), y su corazón (que observaba a ese compañero que parecía haberla esperado toda la vida).
Y su estómago que quería salir corriendo.
¿Se trataba de una mala jugada que le estaba pasando su cabeza al darse cuenta de que en lo más profundo de su corazón se había vuelto incapaz de amar? ¿Y fingía amor ante si misma para no caer en el incierto destino de quedarse sola de por vida?
En su interior había una guerra entre su deseo de vivir sola en una casa alejada del mundo, y la presión de la mirada social a una mujer soltera, que se volvería una vieja solterona.
No podía imaginarse compartir esa tan preciada soledad que habia conquistado, la independencia que la hacia sentirse especial y poderosa. Por un lado era lo único que tenía suyo y solo suyo y que llevaba como un estandarte por la vida. Por otro lado no imaginaba persona capaz de merecer compartir ese logro que tanto le había costado. 
Pero aún no podía desterrar del todo los años que caían sobre su pasaporte y sobre su cuerpo con un peso social insoportable.  Aunque engañara al calendario yendo de país en país viviendo un eterno verano, aunque saltara la línea del ecuador cada 6 meses evitando los inviernos, los años seguían corriendo. Todavía no estaba tan fuerte para arrancar tan encarnado estigma social.

Lucio se despertó. Esa y muchas veces más a su lado.
Ramona no podía parar esas ganas de huir cada vez que él le daba algún indicio de que la amaba verdaderamente. 
Un día se dio cuenta de que, al igual que ahora, siempre había estado huyendo.  Huyó de su pasado y ahora él la ahuyentaba de su presente.  Una abrumadora depresión la invadió anulandole toda lucidez que le permitiera salir de esa neblina. 
Lucio llegó y le tomó la mano como si interpretara lo que le pasaba. Ella lo miró profundamente con el ceño fruncido, como indagandolo. Y descubrió en la profundidad de sus ojos que el la acompañaría donde fuese...

Este podría ser un final feliz para Ramona.
Pero no. Ramona huyó y nunca mas volvió a ver a Lucio.